Autocompasión para los proveedores de cuidado

Todos nos hemos encontrado con esas personas generosas y amables que constantemente dan compasión y cuidado a los demás, pero que continuamente se castigan a sí mismas. La mayoría de nosotros que nos encontramos en roles de cuidadores tenemos bastante experiencia en apoyar y dar a los demás. Ya sea que tengamos un hijo con necesidades especiales, un padre con Alzheimer, un cónyuge enfermo o estemos en una profesión de cuidador como ser enfermera, maestro, pastor; hemos aprendido que debemos brindar apoyo, consuelo y compasión a las personas que nos necesitan. Pero ¿cuántos de nosotros ofrecemos ese mismo nivel de compasión y cuidado a nosotros mismos?

Por alguna razón, nuestra cultura nos dice que esta es la forma en que deberíamos ser, y también lo encontramos en la Palabra de Dios. Pero cuando los cuidadores continuamente dan a los demás sin ser amables, cariñosos y compasivos consigo mismos, eventualmente se fundirán\”. Necesitamos tener autocompasión para recargarnos y tener la energía emocional necesaria para servir a los demás. Si continuamente nos criticamos a nosotros mismos, especialmente por la sensación de que nunca estamos haciendo lo suficiente, nos estresaremos y deprimiremos, y eventualmente arremeteremos en momentos de frustración hacia las personas que cuidamos.

Durante la última década se han estado realizando investigaciones sobre la autocompasión, y se ha encontrado que la autocompasión está fuertemente relacionada con la salud mental. La autocompasión también se asocia con comportamientos saludables. Se ha demostrado que ayuda a las personas a dejar los vicios, alimentarse bien, hacer ejercicio y buscar atención médica cuando sea necesario. Además, se ha demostrado que la autocompasión protege a los cuidadores del agotamiento y el desgaste, y aumenta la satisfacción con el rol de cuidador.

La autocompasión es crucial para los proveedores de cuidado, no solo porque nos ayuda a perdonarnos a nosotros mismos por nuestros errores inevitables, sino también porque nos permite reconocer y consolarnos por las dificultades de nuestro papel de cuidadores. Como la madre de un niño con autismo que dijo: “Fue la autocompasión lo que me salvó la vida. Debido a los intensos problemas sensoriales experimentados por los niños autistas, a menudo son propensos a las rabietas violentas. Cuando mi hijo gritaba y gritaba porque su sistema nervioso estaba sobrecargado y yo no podía entender la causa, me calmaba con amabilidad. Cuando mi hijo hacia algo incorrecto en el supermercado y la gente me miraba mal porque pensaban que no estaba disciplinando a mi hijo adecuadamente, me daba la compasión que no estaba recibiendo de ellos. Cuando cometí errores con mi hijo (que fueron numerosos), reconocí que yo era un ser humano que hacía lo mejor que podía con lo que tenía, en lugar de reprenderme con críticas. En resumen, la autocompasión me ayudó a sobrellevar la situación, y eso me puso en el estado mental emocional equilibrado necesario para lidiar hábilmente con cualquier nuevo desafío que enfrentara con mi hijo”. Usted como pastor, trate de darse compasión la próxima vez que cometa un error o se sienta desafiado más allá de su capacidad para hacer frente. No solo le ayudará a superar situaciones difíciles, sino que conducirá a una mayor felicidad y tranquilidad.