Tener compasión por uno mismo realmente no es nada diferente de tener compasión por los demás. Piense en cómo es la experiencia de la compasión: Primero, para tener compasión por los demás usted debe notar que están sufriendo; si ignora el sufrimiento de esa persona, no podrá sentir compasión por ella. En segundo lugar, la compasión implica sentirse conmovido por el sufrimiento de los demás y entonces su corazón actúa en respuesta a ese dolor (la palabra compasión significa literalmente “sufrir con”). Cuando esto ocurre, usted siente ese dolor y el deseo de ayudar de alguna manera a la persona que sufre. Tener compasión también significa que usted ofrece comprensión y amabilidad a los demás cuando fallan o cometen errores, en lugar de juzgarlos con dureza. Finalmente, cuando usted siente compasión (en lugar de sentir lástima, que es ver el sufrimiento de otros, pero no hacer nada), significa que se da cuenta de que el sufrimiento, el fracaso y la imperfección son parte de la naturaleza humana que todos tenemos, y entonces usted dice: “Estas allí, pero lo bueno es que yo estoy aquí para ti“.
La autocompasión implica actuar de la misma manera hacia usted mismo cuando está pasando por un momento difícil, un fracaso, un error o nota algo de su carácter que no le gusta. En lugar de simplemente ignorar su dolor con una mentalidad de “todo está bien“, usted se detiene para decirse a sí mismo “esto es realmente muy difícil, ¿cómo puedo consolarme y cuidarme en este momento?”
En lugar de juzgarse y criticarse sin piedad por las insuficiencias, las equivocaciones o los defectos, la autocompasión significa que es amable y comprensivo consigo mismo cuando se enfrenta a sus fallas personales; después de todo, ¿quién dijo que se suponía que usted debía ser perfecto(a)? Aunque esta no es una luz verde para conformarnos y no tratar de crecer y madurar nuestro carácter, siendo cada día más como Jesucristo.
Usted puede cambiar la manera de tratarse a sí mismo lo cual le permitirá ser más saludable y feliz; pero esto sucederá porque usted se preocupa por sí mismo, y no porque no valga nada o sea inaceptable como usted es. Quizá lo más importante es que tener compasión por sí mismo significa que usted honra y acepta su humanidad imperfecta. Las cosas no siempre saldrán como usted quiere, siempre encontrará frustraciones, se producirán pérdidas, cometerá errores, chocará con sus limitaciones, y no alcanzará sus ideales. Esta es la condición humana, una realidad compartida por todos nosotros. Cuanto más abra su corazón a esta realidad en lugar de luchar constantemente contra ella, más podrá sentir compasión por sí mismo y por todos sus semejantes a lo largo de la vida.
Los tres elementos de la Autocompasión:
1. Benignidad vs. Autojuicio.
La autocompasión implica ser benignos (buscar el bien) y ser comprensivos con nosotros mismos cuando sufrimos, fallamos o nos sentimos inadecuados, en lugar de ignorar nuestro dolor o flagelarnos con la autocrítica. Las personas autocompasivas reconocen que son imperfectas, que fallar y experimentar dificultades en la vida es inevitable, por lo que tienden a ser amables consigo mismos cuando se enfrentan a experiencias dolorosas en lugar de enojarse cuando la vida no cumple con sus ideales establecidos. Las personas no siempre pueden ser u obtener exactamente lo que quieren. Cuando esta realidad se niega o se lucha contra el sufrimiento este aumenta en forma de estrés, frustración y autocrítica. El Señor Jesús dijo que “en el mundo tendríamos aflicciones”, y cuando comprendemos esta realidad podemos aceptar con benignidad nuestros aflicciones y debilidades, entonces experimentamos una mayor ecuanimidad emocional.
2. Humanización vs. Aislamiento.
La frustración por no tener las cosas exactamente como queremos a menudo va acompañada de una sensación irracional pero generalizada de soledad, como si “yo” fuera la única persona que sufre o comete errores. Sin embargo, todos los seres humanos sufrimos y fallamos. La definición misma de ser “humano” significa que somos mortales, vulnerables e imperfectos. Por lo tanto, la autocompasión implica reconocer que el sufrimiento y la insuficiencia personal son parte de la naturaleza humana que todos llevamos, algo por lo que todos pasamos en lugar de ser algo que me sucede solo a “mí”.
La humanización se trata de vernos como Dios nos ve, tal vez nosotros nos olvidamos, pero Dios no se olvida como dice Salmos 103:13-14 “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo”. Somos hechos de la partícula mas pequeña e imperfecta.
3. Concientización vs. Sobrevaloración.
La autocompasión también requiere adoptar un enfoque equilibrado de nuestras emociones negativas para que no sean suprimidas ni exageradas. Esta postura equilibrada se deriva del proceso de relacionar las experiencias personales con las de otros que también sufren, poniendo así nuestra propia situación en una perspectiva más amplia. La concientización es un estado mental receptivo y sin prejuicios en el que observamos los pensamientos y sentimientos tal como son, sin tratar de suprimirlos o negarlos. Al mismo tiempo, la concientización requiere que no nos “califiquemos exageradamente”, de modo que seamos atrapados y arrastrados por la reactividad negativa o el orgullo, sino que pensemos sobre nosotros correctamente. Tal como Dios nos dice en Romanos 12:3 “que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.