La autocompasión también es muy diferente de la autoindulgencia. Muchas personas dicen que son reacias a ser autocompasivas porque temen salirse con la suya. “Estoy estresado hoy, así que para ser amable conmigo mismo solo veré televisión todo el día y comeré un litro de helado”. Esto, es autoindulgencia en lugar de autocompasión. Recuerde que ser compasivo consigo mismo significa que usted quiere ser feliz y saludable a largo plazo. En la mayoría de los casos, el simple hecho de darse placer puede dañar el bienestar (drogas, comer en exceso, pornografía, juegos de azar, ser un teleadicto, etc.), mientras que buscar la salud y la felicidad duradera a menudo implica una cierta cantidad de desagrado (como dejar las sustancias, perder peso, hacer ejercicio). Las personas a menudo son muy duras consigo mismas cuando notan algo que deben cambiar, porque piensan que van a fallar si intentan el cambio, entonces caen en la autoflagelación. Este enfoque a menudo es contraproducente ya que si no puede enfrentar las verdades difíciles sobre su carácter tendrá mucho miedo de odiarse a si mismo, entonces las debilidades pueden permanecer sin ser reconocidas en un intento inconsciente de evitar la autocensura. Porque cuando hemos tenido infancias dolorosas, por el abuso físico, verbal, emocional, o el abandono; aprendemos a callar la voz del corazón adolorido, desarrollando un carácter frio y duro hacia otros y hacia nosotros mismos. En contraste, el cuidado intrínseco de la compasión proporciona una poderosa fuerza motivadora para el crecimiento y el cambio, y a la vez proporciona la seguridad necesaria para pensar de nosotros mismos claramente sin temor a la auto condena. Tal como nos invita la Palabra de Dios en Romanos 12:3 “que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.